"Un pueblo traicionado", los últimos 150 años de la historia de España a través de los ojos de Paul Preston

Tras ocho años de arduo trabajo el historiador Paul Preston, uno de los más reputados del panorama actual, repasa en esta obra la historia política de España del siglo XX.

Portada de "Un pueblo traicionado" de Paul Preston

Portada de "Un pueblo traicionado" de Paul Preston

Foto: Debate

Ser la obra de referencia, presente y futura, para entender la historia política del siglo XX español. Ese es el ambicioso objetivo de este libro histórico firmado por el hispanista británico Paul Preston.

Con el subtítulo España de 1876 a nuestros días: Corrupción, incompetencia política y división social, en la obra subyace una tesis que sirve a su vez de hilo conductor: el desajuste histórico entre una población española, deseosa de progresar, y unas elites que bloquearon y frenaron recurrentemente este progreso.

Pocos historiadores conocen nuestro país con la misma profundidad que el británico Paul Preston, hispanista cuyos conocimientos sobre la Segunda República y la Guerra Civil españolas no tienen parangón. Sin embargo, en este libro, el autor va más allá de dicho marco temporal y ensancha el objeto de su análisis hasta los 140 años. Y es que precisamente Un pueblo traicionado repasa el pasado de España desde 1874 hasta 2014. O lo que es lo mismo, desde la restauración de los Borbones y el reinado de Alfonso XII hasta la coronación de Felipe VI.

En Un pueblo traicionado, Preston pone el foco de atención sobre los tres rasgos que, a su entender, definen la política española: la corrupción, la incompetencia y la violencia. El autor reúne en este libro ejemplos que avalan su tesis, obteniendo como resultado un volumen de 784 páginas que, con toda la objetividad que siempre ha caracterizado al británico, muestra el modo en que nuestros dirigentes -tanto políticos como económicos, eclesiásticos o militares- han traicionado sistemáticamente las esperanzas depositadas en ellos. De algún modo, Preston pone negro sobre blanco la forma en que el poder ha sido usado en nuestro país no para emprender las reformas que España ha ido necesitando en cada periodo histórico, sino para mejorar la posición (normalmente económica) de quienes lo ostentaban. En este sentido, destaca la atención que el autor presta a individuos tan polémicos como Juan March o Alejandro Lerroux.

Preston considera que la corrupción, la incompetencia y la violencia han caracterizado los cinco últimos periodos de nuestra Historia, que son: la Restauración y la dictadura de Primo de Rivera, ambas caracterizadas por la incompetencia política; la República, durante la cual la corrupción relevó a la incompetencia; el franquismo, dominado por un terror, un pillaje y una ineptitud que impidió la modernización de España; el primer gobierno socialista, que relegó el ejército a un segundo plano, pero que no cambió la percepción que el pueblo tenía sobre la clase dirigente; y las últimas décadas (desde los 90s), en las que la corrupción y la ineficacia han marcado los titulares de los periódicos.

Por otra parte, Preston afirma que en este país se instaló hace ya mucho tiempo la idea de que los problemas políticos deben ser resueltos antes con la violencia que con el debate, lo cual originó el tradicional divorcio entre los estamentos militares y civiles que todavía hoy se respira en el ambiente. El hecho de que, a partir de la caída del imperio y la humillación de 1898, los militares se hayan autoproclamados garantes de la unidad de España no ha hecho más que generar la idea de que el ejército está para proteger al país de los enemigos internos, cuando lo normal sería que se preocupara de los externos.

Preston hace recuento de los palos que los dirigentes han puesto en las ruedas de España a lo largo de un siglo y medio, sin por ello dar una imagen totalmente negativa del país. Y es que el autor compagina el repaso a la cara oscura de nuestra historia con episodios en los que se da buena cuenta del sufrimiento, la abnegación e incluso la honradez con la que siempre se ha comportado el pueblo español. Y es este contraste entre la corrupción de los de arriba y la humildad de los de abajo lo que, en su opinión, define nuestro pasado y presente.

Las casi 800 páginas del libro se dividen en nueve capítulos.

1-El tópico español: La ‘leyenda negra’ española, según la cual este país está dominado por la corrupción, la deshonestidad y la violencia, aumentó cuando el país fue incapaz de abandonar esa economía feudal que el resto de Europa ya había erradicado tiempo atrás. Por otra parte, tras el n de la I República y el inicio de la Restauración, se implantó un sistema bipartidista y caciquil que convirtió España en el hervidero de revueltas populares que todavía es hoy.

2-Revolución y guerra: de la pérdida del imperio en 1898 a la crisis de 1917-1918: El Desastre del 98 provocó una crisis nacional de enormes proporciones. El caciquismo dio paso a la compra directa de votos y el sistema corrupto de la Restauración se intensificó. Pese a los intentos por reformar la política de Antonio Maura -con la oposición de Alfonso XII-, los anarcosindicalistas organizaron huelgas que paralizaron el país. El proletariado rural y urbano -harto de que lo usaran como carne de cañón en la Guerra del Rif- culpó también a la Iglesia de legitimar la opresión económica y social del pueblo, al tiempo que se enfrentaba a un cuerpo de oficiales que lo reprimía brutalmente. Las explosiones de violencia, sobre todo en Barcelona, fueron constantes.

3-Desde el fin de la Primera Guerra Mundial hasta la dictadura (1918-1923): La industria metalúrgica, siderúrgica y textil perdieron mucho poder tras el fin de la I Guerra Mundial. Como consecuencia, el hambre entró en todos los hogares y la clase trabajadora reaccionó. La CNT ganó a liados, se montó el Partido Comunista y, desde Cataluña, se reclamó un Estatuto de Autonomía. El auge del fascismo en Italia y el asesinato de líderes de la CNT irritaron al pueblo

4-La dictadura de Primo de Rivera (1923- 1930): El gobierno -y una parte del pueblo- mostró muy poca oposición al golpe de estado de Primo de Rivera. Su entrada en escena fue la respuesta militar a la guerra de clases de Barcelona, a la crisis del sistema político y a las dificultades del protectorado marroquí. Primo de Rivera aseguró que acabaría con la corrupción y el contrabando, pero sus cargos robaron tanto o más que sus antecesores. Además, el dictador nunca luchó realmente contra el latrocinio de estado; antes bien, hizo que se intensificara.

5-La Segunda República (1931-1939): La II República se impuso porque el pueblo estaba cansado de los abusos de la monarquía y la dictadura. Sin embargo, sus dirigentes toparon con la realidad económica del momento y no pudieron emprender las reformas que habían prometido. Los estamentos militares y eclesiásticos trataron de tumbarla desde el principio. Los militares vieron en la creación del Estatuto de Cataluña una ruptura de la unidad de España. La violencia no tardó en estallar y la represión de la Guardia Civil fue absoluta.

6-España en guerra (1936-1945): Los conspiradores que iniciaron el alzamiento militar creían que alcanzarían el poder en pocos días, sin ser conscientes de que acababan de encender la mecha del peor fratricidio que habría de vivir este país. Tras obtener la victoria, Franco se vio a sí mismo como ‘el heredero imperial de Carlos V y Felipe II’ y su convencimiento le llevó a creer que podía usar el gobierno a su antojo. Sus seguidores empezaron a robar tan pronto como llegaron al poder. En palabras del historiador Rubén Serém, los generales de Franco crearon un ‘Estado cleptocrático’.

7-El franquismo: corrupción y terror (1945- 1969): Franco nunca fue una persona autocrítica y llegó a creerse sus propias mentiras. De hecho, impuso la idea de que criticarlo a él era sinónimo de criticar al país, imponiendo duras penas a quien lo hiciera, sobre todo si era alguien que provenía de la izquierda. Durante su régimen, la economía languideció de un modo acelerado y las condiciones de vida de la clase obrera empeoraron. Esto hizo que, pese a la represión, el pueblo empezara a organizarse y a protestar. La corrupción de la propia familia Franco fue tan evidente que los propios dirigentes del régimen se escandalizaron.

8-La larga marcha hacia la democracia (1969-1982): Los enfrentamientos entre los manifestantes y la policía en ciudades como Madrid, Barcelona, Bilbao, Oviedo, Sevilla o Pamplona se intensificaron. El pueblo exigía reformas y empezaba a perder el miedo a un dictador ya decrépito. La respuesta del poder a estas protestas fue la creación de grupos terroristas de ultraderecha, que actuaban sin miedo a represalias. La figura de Juan Carlos I sirvió para que se iniciaran reformas hasta ahora sólo soñadas y el cambio ideológico de Adolfo Suárez permitieron que España entrara en una etapa de progreso.

9-La España contemporánea: consolidación y crisis de la democracia española (1982-2014): Pese a la ilusión depositada en el PSOE por parte de sus votantes, enseguida se vio que sus dirigentes también se inclinaban por la corrupción. Los escándalos económicos fueron, a partir de ese momento, una constante en la reciente historia de España: los dos partidos políticos dominantes se han ido alternando el poder, convirtiendo el estado en una fuente de ingresos personales. Por su parte, la Casa Real también entró en una espiral autodestructiva caracterizada por la corrupción y el distanciamiento de los problemas sociales.