«Meticulosamente documentada y escrita con garra. ¡La épica La corona de los cielos es una novela histórica en una categoría propia!». Daniel Wolf, autor de La sal de la tierra.
¿Pueden las personas hallar el amor y la expiación incluso en los escenarios más cruentos? Esta es la premisa de La corona de los cielos, la primera novela de Juliane Stadler, periodista especialista en historia. A través de dos protagonistas que buscan su lugar en el mundo, Stadler nos traslada a 1189, a la primera gran lucha de la Tercera Cruzada: el asedio de la estratégica ciudad de Acre, en el actual Israel, entre Beirut y Tel Aviv, por entonces controlada por las fuerzas de Saladino.
Étienne d'Arembour es un hijo de noble linaje; repudiado por su familia a causa de una malformación, decide emprender el camino de la medicina y se une a la Tercera Cruzada al servicio de un noble francés. Por su parte, la joven Aveline emprende también el camino a Tierra Santa para obtener la expiación de sus pecados, haciéndose pasar por un hombre y combatiendo como arquero en las filas del emperador Federico I Barbarroja. En el feroz asedio para recuperar la ciudad de Acre de manos de los sarracenos, se cruzan los caminos de ambos con sus respectivos secretos.
Las múltiples caras de la guerra santa
La corona de los cielos es la primera obra de narrativa de Juliane Stadler, una periodista alemana que se ha formado en el ámbito de la historia antigua. Después de trabajar en el mundo del periodismo, la edición, la arqueología, los museos y la educación, ha usado todo su bagaje de conocimientos para dar vida a esta historia de amor y redención ambientada en uno de los momentos clave de la historia medieval: la Tercera Cruzada y, en concreto, al decisivo combate por la ciudad de Acre.
A través de sus protagonistas, Stadler refleja las diversas facetas de las Cruzadas. En Étienne vemos una figura tan importante como la de los guerreros: los médicos que acompañaban a la expedición y que suponían, tras las batallas, la diferencia entre la vida y la muerte de muchas personas; como expresa un pasaje de la novela, “quien domina la ciencia de la medicina dispone de un poder posiblemente mayor que un hombre con un arma en la mano”. Por otro lado, en Aveline encontramos la paradoja entre la crueldad de la guerra y el deseo de expiación que movió a miles de personas a tomar parte en una aventura tan peligrosa: en una época en la que el miedo al infierno era tan real como las penurias del mundo terrenal, no había mayor estímulo que la promesa de la redención y el paraíso para quien recuperase Tierra Santa de los “infieles”.

Vista aérea de Acre
Foto: Israel Tourism (CC)
Puesto que el contexto de la novela es la guerra, la autora ha dedicado mucho tiempo a documentarse sobre los diversos aspectos de la historia militar de aquel periodo, e incluso ha recorrido ella misma el camino de las tropas cruzadas. A través de su narración podemos ver aspectos que muchas veces no son protagonistas a pesar de haber resultado determinantes, como la importancia de los arqueros, de las máquinas de asedio o de “armas secretas” como el fuego griego, una mezcla inflamable cuya composición era un secreto de Estado y que hoy se ha perdido.
La “guerra santa”
Situada en el actual Israel, Acre es el escenario donde las vidas de ambos protagonistas se cruzan. Esta ciudad había sido capturada por el rey Balduino I de Jerusalén tras la conquista de la Ciudad Santa durante la Primera Cruzada y la posterior formación de los Estados Cruzados. Era de gran importancia para los países europeos puesto que su puerto era uno de los más amplios y seguros del Levante mediterráneo, con capacidad para sesenta barcos; desde ella se embarcaban hacia Europa todo tipo de bienes preciosos – entre ellos el incienso – provenientes de las rutas comerciales asiáticas; a la vez que los Estados Cruzados recibían suministros y tropas. En 1187, las fuerzas musulmanas al mando de Saladino se apoderaron de nuevo de ella, por lo que reconquistarla debía ser el primer gran objetivo de la nueva Cruzada encabezada por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Ciudadela de Acre
Protegida por imponentes murallas, esta ciudadela fue la base en Tierra Santa de la orden de los Caballeros Hospitalarios.
Foto: Liorca (CC)
Al mando de ambos ejércitos encontramos a dos de los personajes más importantes de la historia medieval. Al frente de los cristianos el poderoso emperador Federico I Hohenstaufen, llamado “el Barbarroja” por el color de su vello facial: durante décadas fue el azote de las ciudades del norte de Italia y desafió el poder del mismo papa de Roma, antes de partir hacia las Cruzadas; le había sido profetizado que encontraría la muerte en el agua, motivo por el cual eligió la difícil ruta por tierra. El bando musulmán estaba liderado por Saladino, el primer sultán de la dinastía ayubí y uno de los más importantes líderes militares de la historia islámica, quien dedicó su vida a combatir a los cruzados y se convirtió en modelo a imitar para muchos gobernantes que le siguieron.
Pero más allá de ellos, encontramos también a la gente corriente que componía el grueso de los ejércitos y que se unía a la empresa por las más variadas razones: desde una fe inquebrantable en la justicia de su causa hasta el ansia de poder y gloria, desde las ambiciones personales hasta la búsqueda de la vida eterna o de un lugar en el mundo. Y no sólo soldados, sino también médicos, comerciantes, prostitutas y un variado elenco de gente de todas las profesiones y extracciones sociales que cualquier expedición, “santa” o no, pudiera necesitar.
Historia, política, guerra, amor, amistad, fe y esperanza se cruzan en esta novela histórica que ha recibido el aplauso de la crítica internacional y de los lectores, ambientada en una época turbulenta a la par que apasionante y cuyos ecos se dejan sentir todavía en el presente.