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La carta de Servilia, un adulterio al descubierto
Las discusiones del Senado sobre la conspiración de Catilina fueron acaloradas. Este fresco del siglo XIX muestra el discurso del cónsul Cicerón, partidario de ejecutar a Catilina. Palacio Madama, Roma.
Cuando el Senado debatía qué hacer con Catilina, acusado de conspirar contra la República, Julio César se vio obligado a revelar en público las lujuriosas palabras que le dedicaba su amante Servilia. Sucedió mientras César, partidario de perdonar la vida de Catilina, discutía acaloradamente con Catón, que quería condenarlo a muerte. La postura de César fue vista como un indicio de que estaba implicado en la conjura, sospecha que se acrecentó cuando un sirviente entró en la sala y le entregó una nota. Catón le pidió que dijera si el mensaje era de Catilina, y, ante la negativa de César a mostrarlo, argumentó que su actitud equivalía a probar su culpabilidad. César entregó a Catón la nota y éste vio que era una lasciva carta de Servilia, su hermanastra y esposa del cónsul electo Décimo Junio Silano, tambén presente en la sesión. Catón, humillado, arrojó la nota a César diciéndole: "¡Toma, borracho!".
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