Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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Un soldado polaco alimenta a un peculiar compañero de su regimiento. Algunos soldados llevaron perros a la guerra, pero este regimiento tenía un compañero más inusual: se llamaba Wojtek y se trataba de un oso que, además, no era una mascota sino un recluta más de la 22ª Compañía de Suministros de Artillería del ejército polaco durante la Segunda Guerra Mundial.
El oso había sido comprado por los soldados a un niño kurdo que habían encontrado en Irán. Lo llamaron Wojtek, que significa “guerrero sonriente”; pero como el ejército no permitía mascotas decidieron alistarlo como soldado, con su correspondiente paga en forma de cerveza, bebida a la que el animal era muy aficionado. Al principio no fue muy bien recibido por los oficiales, pero esta opinión cambió cuando, una noche, Wojtek hizo huir a un espía que se había infiltrado en el campamento.
La presencia de Wojtek en el ejército no fue meramente simbólica: durante la campaña de Italia, el oso aprendió que al transportar cajas de municiones era premiado con más cerveza, por lo que se convirtió en un compañero muy valioso en el campo de batalla. Wojtek fue aceptado como uno más del regimiento, ascendido a cabo y la 22ª Compañía de Artillería adoptó como su emblema la imagen del oso transportando municiones. Al terminar la guerra fue enviado al zoo de Edimburgo y, cuando murió en 1963, fue despedido como héroe de guerra en una emotiva ceremonia a la que acudieron muchos de sus antiguos compañeros de armas.