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La proeza logística de sacar todas las obras de Louvre para salvaguardarlas de un destino incierto con el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue un éxito rotundo. 3600 obras fueron empaquetadas con sumo cuidado para ser trasladadas a destinos seguros. Una de las mayores joyas que salió del Louvre en agosto de 1939 fue la Mona Lisa. En su periplo, La Gioconda estuvo alojada en diversos castillos del sur de Francia, llegando a trasladarse hasta cinco veces escapando de los bombardeos. Tras la liberación de París en agosto de 1944 por parte de las tropas aliadas, en 1945 la obra maestra de Da Vinci volvía a casa para colgar de nuevo de las paredes del Louvre.