Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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En junio de 1940, poco después de ser elegido como primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill pronunció uno de sus discursos más famosos, que ha pasado a la posteridad por su frase más icónica: “Esta fue su hora más gloriosa”.
El discurso se producía cuando París había sido ocupada por los nazis. Derrotada Francia y con la Unión Soviética aún aliada con Alemania, el Reino Unido se encontraba prácticamente solo frente a un inminente ataque del Tercer Reich. Los Estados Unidos se negaban aún a entrar en guerra y el nuevo primer ministro contaba con muy poco margen de error. Su máxima: resistir en las islas británicas mientras confiaba en que los estadounidenses cambiaran de rumbo. Churchill dijo entonces:
“Hitler sabe que tendrá que quebrantarnos en esta isla o perder la guerra. Si podemos hacer frente a él, toda Europa puede ser liberada y la vida del mundo puede avanzar hacia amplias tierras altas iluminadas por el sol. Pero si fallamos, entonces todo el mundo, incluyendo todo lo que hemos conocido y protegido, se hundirá en el abismo de una nueva era oscura. Por lo tanto, cumplamos con con nuestros deberes, y así, si el Imperio Británico y su Mancomunidad duran mil años, los hombres todavía dirán: Esta fue su hora más gloriosa”.
El discurso, más allá de su contenido práctico, ha sido considerado como uno de los más brillantes de Churchill a nivel de retórica y oratoria. La llamada a resistir se hizo eco en los discursos radiofónicos de la entonces princesa Isabel, que conducía un programa de radio destinado a animar a los niños que habían sido evacuados lejos de sus familias por los bombardeos alemanes. Finalmente Churchill consiguió lo que esperaba: resistir hasta que los EEUU entraron en la guerra.