El ultimátum que inició la Gran Guerra

El 28 de julio de 1914 es la fecha que oficialmente se considera el inicio de la Primera Guerra Mundial, al terminar el plazo que el Imperio Austrohúngaro había dado a Serbia para aceptar las condiciones del ultimátum tras el asesinato del heredero imperial, el archiduque Francisco Fernando, a manos de un anarquista bosnio.

Estas condiciones eran muy duras y suponían a la práctica una intervención directa del imperio en el pequeño reino balcánico: entre otras cosas exigía la supresión de grupos y organizaciones anti-austrohúngaras en Serbia, prohibición de la publicación y distribución de literatura que promoviera la hostilidad hacia Austria-Hungría, despido inmediato de los militares y funcionarios serbios que el Imperio Austrohúngaro consideraba hostiles a sus intereses, y permiso al ejército imperial para participar en la supresión de todas estas actividades en territorio serbio.

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El ultimátum marcaba un plazo de 48 horas para que Serbia aceptara todas estas demandas sin condiciones. El gobierno serbio mostró disposición a negociar (de hecho, aceptó algunos de los puntos, como castigar a los responsables del atentado) aconsejado por sus aliados, principalmente Rusia, que no deseaban iniciar una guerra. Existía el convencimiento de que se podía llegar a un acuerdo y Serbia estaba dispuesta a aceptar medidas que no supusieran una intervención directa en su territorio, si con eso se lograba evitar un conflicto armado a gran escala.

Aun así, la respuesta no fue considerada satisfactoria por el Imperio Austrohúngaro, que dejó claro que si Serbia no cumplía plenamente con todas las demandas, tomaría medidas militares. El 28 de julio de 1914, al no haber recibido una respuesta totalmente afirmativa, el imperio decidió romper relaciones diplomáticas con Serbia y declararle la guerra, iniciando una reacción en cadena.