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La mañana del 5 de enero de 1969, como ocurre a menudo, una espesa niebla baja cubría la ciudad de Londres y sus alrededores. El Boeing 707 de la compañía aérea Ariana Afghan Airlines procedente de Beirut empezó su descenso hacia el aeropuerto de Gatwick con total normalidad, pues no se había dado la orden de cerrarlo. Sin embargo, la tripulación pronto se dio cuenta que algo no iba bien. El avión se encontraba demasiado cerca del suelo a pesar de que todavía no habían alcanzado la pista e impactó con un grupo de árboles en un punto entre Surrey y Sussex, y siguió avanzando hasta que tan solo se encontraba a 12 m de la tierra, por lo que empezó a chocar contra las casas de la zona destrozándolas por completo. No se detuvo hasta 500 m más adelante. Murieron 48 de los 62 pasajeros que viajaban a bordo. También perdió la vida la pareja que vivía en la casa donde tuvo lugar el impacto final, pero su bebé sobrevivió milagrosamente. En la imagen se puede ver a los bomberos trabajando entre los escombros del accidente.