Todo un país en vilo

tejero

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Foto: Cordon Press

Leopoldo Calvo-Sotelo estaba a punto de ser investido presidente cuando de repente la sesión de investidura fue interrumpida de manera brusca. La tarde del 23 de febrero de 1981, un grupo de Guardias Civiles irrumpió en el Congreso de los Diputados empuñando sus armas con la intención de dar un golpe de estado. Los fantasmas de un pasado muy reciente —apenas hacía seis años que había acabado un periodo dictatorial de casi 40— oscurecieron esa tarde invernal en España, cuya población se quedó desde ese momento prendida de la radio. Fue la única manera de seguir en directo los acontecimientos. Los primeros momentos fueron de total incertidumbre, pero a medida que avanzaban las horas nadie dio apoyo al golpe y se confirmó su absoluto fracaso. La certificación definitiva llegó de madrugada, cuando el rey Juan Carlos I compareció ante las cámaras para reafirmar que el ejército se mantenía fiel a la Constitución. A pesar de que el Tribunal Constitucional condenó a los tres principales implicados —Antonio Tejero, Alfonso Armada y Jaime Milans del Bosch— a 30 años de cárcel, dos de ellos fueron liberados antes de 1990 y Tejero a los 13 años. En la imagen se le puede ver en una imagen captada por las cámaras de televisión durante las casi 24 horas que duró el frustrado golpe.