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A lo largo de la historia de Japón los tatuajes han estado presentes en la cultura nipona con diversos usos y significados. Algunos testigos históricos explican que el arte del tatuaje lleva presente en el archipiélago desde la era Jomon, hace alrededor de 10.000 años a.C. Pero fue durante el periodo Edo cuando tomó mayor relevancia. Diferentes clases sociales lo usaban, aunque se extendió especialmente entre la nobleza y entre los criminales. Se conocía como Horimono a la técnica del tatuaje tradicional cuyos motivos principales podían ser desde mitológicos o históricos hasta sentimentales o simplemente estéticos. El Horimono respondía además a una técnica concreta. Aunque hoy en día se usa también el procedimiento occidental, antiguamente los tatuajes solo se realizaban mediante una técnica llamada tebori. Esta consistía en introducir la tinta en la piel mediante una herramienta específica llamada dogu que requería de una gran habilidad y precisión además de mucha concentración por parte del tatuador. Por supuesto, este método era mucho más lento, de modo que para llegar a cubrir gran parte del cuerpo como era habitual las jornadas de trabajo se podían alargar durante semanas, meses e incluso años, ya que además los diseños eran muy elaborados y llenos de detalles. Tal fue el caso de la mujer que aparece en esta imagen tomada en junio de 1937, cuyo tatuaje tardó tres años en completarse.