Seguir adelante pese a todo

El artista de la calle no siempre puede permitirse elegir su trabajo o sus clientes. Así, en agosto de 1940, en medio del sofocante calor parisino, este pintor de Montmartre hace un retrato de un soldado alemán como souvenir de su paso por París. La ciudad había sido ocupada por las tropas del Tercer Reich en junio de ese mismo año, una ocupación que duraría más de cuatro años, hasta agosto de 1944.

Antes de la llegada de los alemanes, más de la mitad de la población de París, especialmente la de clase media o alta, había emigrado hacia el sur de Francia o al extranjero. Para quienes se quedaron, la vida en la ciudad ocupada se desarrolló a menudo en medio de restricciones y privaciones. El racionamiento de comida hacía subir los precios constantemente y muchos recurrían al mercado negro. Con el tiempo, también la ropa y el combustible empezaron a escasear. Por la noche se imponía el toque de queda y la obligación de apagar las luces para dificultar posibles ataques de la aviación aliada. Aun así la vida continuaba y los más humildes tenían que hacer lo que podían para seguir adelante, como siempre habían hecho.