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Para muchos expertos y melómanos, Dizzy Gillespie es uno de los mejores músicos de jazz de la historia. Se interesó por la música desde muy joven, pero lo que más caracterizó su carrera profesional fue el constante interés por la experimentación, mezclando tendencias latinas y africanas. Una de las colaboraciones que más marcó su desarrollo fue la que mantuvo con Charlie Parker, de cuyo encuentro nació el estilo musical bebop durante la década de 1940. De Gillespie destacaba especialmente su fuerte personalidad sobre el escenario y su gran habilidad con la trompeta pero también con el canto, en particular con el scat, un tipo de improvisación vocal que requería de una enorme rapidez mental. Esta imagen fue tomada en enero de 1972 y es una de las más asociadas al músico: con la trompeta pegada a la boca, los ojos cerrados y esos enormes mofletes hinchados como su fueran a explotar.