Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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El 19 de setiembre de 1868 daba inicio una insurrección que, en menos de 10 días, acabaría con más de 150 años de reinado de los Borbones en España: fue el comienzo de la llamada Revolución Gloriosa, que tras un fallido intento de reforma monárquica constitucional, culminó con la proclamación de la Primera República Española.
La Revolución tuvo su origen en numerosas causas: la reina Isabel II había subido al trono siendo muy joven y los ministros y favoritos la manipularon a su antojo; el país atravesaba una difícil modernización tecnológica y económica; y los promotores de la insurrección tenían intereses personales en apartar a la reina cuando ya no les fue útil.
Aunque una parte del ejército permaneció leal a la Corona, muchos altos mandos militares se unieron o directamente promovieron la sublevación, condenando la resistencia monárquica al fracaso. Finalmente la reina tuvo que marchar a París, donde vivió en el exilio hasta el final de sus días; la fotografía de hoy la retrata en su residencia de la capital francesa.
La intención, de hecho, no era establecer un régimen republicano sino proclamar una monarquía constitucional, pero las divisiones entre los propios sublevados impidieron encontrar un candidato de consenso. Finalmente se optó por el príncipe italiano Amadeo de Saboya, pero el propio monarca se hartó de las divisiones y complots y finalmente renunció, dando alas a los republicanos para proclamar la república en 1873.