Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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Yuri Gagarin es recibido como un héroe durante un acto en Varsovia, por aquel entonces bajo la órbita soviética. Era 1961, el año en el que se convirtió en el primer hombre en viajar al espacio exterior y grabó su nombre en la historia de la humanidad.
A lo largo de los meses siguientes a su regreso, Gagarin viajó por toda la Unión Soviética y fue aclamado en cada ocasión. No solo eso, sino que varios países del bloque capitalista o no alineados también le invitaron. En cambio, Estados Unidos le prohibió entrar en el país ni siquiera a nivel privado, ya que era un símbolo del triunfo de la Unión Soviética en la carrera espacial.
Más allá de su simbolismo, Gagarin representaba la cara más amable y moderna de la Unión Soviética. Era un hombre de gran carisma, atractivo y siempre con una sonrisa en el rostro; y sabía cómo conectar con la gente: durante su recepción en Manchester, se puso a llover y le ofrecieron un paraguas, pero él lo rechazó para que la gente pudiera verlo bien. Ese talante suyo contribuyó a convertirlo en un personaje admirado mundialmente, más allá de las inclinaciones políticas.