Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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El 21 de julio de 1969, después de pasar aproximadamente 21 horas en la Luna, los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin, a bordo del módulo lunar Eagle, se acoplaron con el módulo de comando Columbia, en el que Michael Collins les esperaba. Después de transferir el equipo y las muestras lunares del módulo lunar al módulo de comando, el 24 de julio el Columbia abandonó la órbita lunar para comenzar el viaje de regreso a la Tierra.
El regreso desde la Luna a la Tierra duró aproximadamente tres días. El 24 de julio de 1969, los astronautas encendieron el motor de reentrada del Columbia para comenzar su descenso a través de la atmósfera terrestre. Durante el proceso de reentrada, el módulo de comando experimentó altas temperaturas y fuertes fuerzas gravitatorias. Era uno de los momentos más delicados de la misión: devolver con vida a los astronautas a la Tierra.
Finalmente, a las 16:50 UTC del 24 de julio, el Columbia amerizó en el Océano Pacífico, a unos 2,660 km al sureste de las islas Hawái. La cápsula fue recogida por el portaaviones USS Hornet, donde los astronautas fueron recibidos por un equipo de recuperación. Lo habían logrado: no solo habían pisado la Luna, sino que habían regresado para volver a pisar la Tierra.
El regreso de los astronautas del Apolo 11 a la Tierra fue un momento de alivio para la NASA y para los millones de personas en todo el mundo que seguían la misión. Los fracasos en misiones anteriores, que habían llevado a la muerte de varios astronautas, habían generado fuertes críticas y la agencia espacial tenía mil ojos puestos encima: si esta misión hubiera fracasado, el futuro mismo del programa Apolo estaba en juego. La misión fue un logro histórico y un hito en la exploración espacial, y el regreso seguro de los astronautas fue el broche de oro para esta extraordinaria hazaña.