Abel G.M.
Periodista especializado en el ámbito de la historia y los viajes.
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19 de agosto de 1934, día de referéndum en Alemania. Pero no se trata de uno cualquiera: los alemanes referendaron, con un 88% de votos a favor, la fusión de los cargos de presidente y de canciller. Este último lo ocupaba Adolf Hitler, que con el referéndum dio su paso final hacia el poder supremo.
Algunas semanas antes, el 2 de agosto, el viejo presidente Paul von Hindenburg había muerto, aunque su función ya había quedado reducida a algo simbólico: tras la victoria de Hitler en las elecciones de 1933, los nazis se habían hecho con el control del poder legislativo y ejecutivo. Con la muerte de Hindenburg, Hitler se convirtió entonces en jefe de estado y de gobierno: Führer und Reichskanzler, “líder y canciller del Reich”. Con la supresión de la presidencia, desaparecía el último cargo público con poder para destituirlo y subía el último escalón hacia la dictadura.