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Con leyes como la de la prohibición de matrimonios entre blancos y negros, la negación del derecho a voto o la exclusión en ciertos lugares de trabajo, el sistema de segregación racial del Apartheid estuvo en vigor en Sudáfrica hasta 1992. Las personas negras ocupaban asientos diferentes, no podían contraer matrimonio con los blancos y accedían por puertas diferentes a los edificios públicos. Uno de los métodos que permitía mantener este sistema era la expedición de una especie de pasaportes internos llamados passbooks. Toda la población negra estaba obligada a llevarlos siempre encima bajo pena de multa o cárcel, y servía para clasificar a cada individuo según el lugar donde vivía o el trabajo que desempeñaba. A partir de la década de 1950 se empezaron a organizar movimientos pacíficos de protesta contra el apartheid. En 1960 se llevó a cabo una acción en la que gran parte de la población negra rompió o quemó los passbooks. Sin embargo, como en muchas otras ocasiones, no tuvo efecto alguno en las políticas del gobierno, por lo cual todos los ciudadanos que habían perdido su passbook tuvieron que volver a hacer los trámites para obtenerlo de nuevo y así poder regresar al trabajo. Es precisamente lo que muestra la imagen sobre estas líneas, donde se puede ver a un gran grupo de personas negras haciendo cola frente a los funcionarios blancos que les expedirán el documento.