Actualizado a
· Lectura:
Había sido una mañana lluviosa, pero poco después las nubes desaparecieron y el sol brillaba cuando el coche en el que se desplazaban el presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy y su esposa, Jackeline Kennedy, atravesaba el centro de Dallas, Texas. La elecciones se celebraban al cabo de un año y Kennedy había iniciado una serie de comparecencias públicas con la intención de preparar el terreno para una futura reelección. Era el 22 de noviembre de 1963 y pocos minutos después de que esta instantánea fuese tomada un francotirador abatió al presidente con dos tiros; uno le alcanzó en la garganta y otro en la cabeza. La pareja presidencial iba acompañada por el gobernador de la ciudad, John Bowden Connally Jr., que también resultó herido, y su mujer. La conmoción nacional que siguió a la noticia que confirmaba la muerte de Kennedy hacia la una del mediodía fue enorme. La Comisión Warren, creada para investigar las circunstancias del magnicidio, concluyó que el crimen había sido perpetrado por Lee Harvey Oswald, un exmarine que a su vez fue asesinado dos días más tarde, alentando todavía más las teorías de conspiración alrededor del caso.