Abel G.M.
Periodista especializado en historia, paleontología y mascotas
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Hoy hace 65 años, el 28 de octubre de 1958, el cardenal y patriarca de Venecia Angelo Giuseppe Roncali fue elegido 261er Papa de la Iglesia Católica, tomando el nombre de Juan XXIII. Pero este pontífice pasó a la historia con otro nombre: “el Papa bueno”.
Juan XXIII era conocido por su naturaleza afable y humilde, así como su disposición para interactuar de manera cercana y amigable con la gente. Su carácter amable y su sonrisa constante le ganaron el cariño y el respeto de muchos. Su papado dejó un legado de apertura y reforma en la Iglesia Católica, y su amabilidad y cercanía con la gente lo convirtieron en una figura muy querida y respetada, justificando su apodo de “el Papa bueno”.
Durante su pontificado, Juan XXIII promovió un enfoque pastoral de la Iglesia, enfocándose en las necesidades espirituales y materiales de las personas comunes. Quería que la Iglesia se acercara a los fieles de una manera más comprensiva y orientada al servicio. Es recordado como uno de los pontífices más amados y cercanos de la historia.
Fue también el promotor del Concilio Vaticano II, que se llevó a cabo entre 1962 y 1965: este concilio buscaba abrir la Iglesia al diálogo y a la modernidad, promoviendo reformas importantes en la liturgia, la teología y las relaciones interreligiosas. Sin embargo, no llegó a verlo concluido ya que murió en 1963: su sucesor, Pablo VI, continuó su obra y legado.