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En otoño de 1945, el mundo respiraba aliviado aunque exhausto tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Mientras algunos todavía trataban de digerir las consecuencias de la mayor contienda de la historia, en China, a pesar de la derrota japonesa, se libraba una guerra que había empezado mucho antes del conflicto internacional y que enfrentaba a los nacionalistas del Kuomintang, con Chiang Kai-Shek al frente, contra los comunistas, con Mao Tse Tung como líder. La imagen sobre estas líneas muestra a ambos líderes brindando con una copa en la mano en un encuentro que trataba de acercar posiciones para lograr un acuerdo de paz en 1946. Se firmó un débil pacto que pronto se reveló como un fracaso, alargando el conflicto tres años más. En 1949, el bando comunista se impuso y Mao se irguió como el vencedor, convirtiéndose en el presidente de la República Popular China en octubre de ese mismo año y en el interlocutor con la comunidad internacional que observaba con prudencia el devenir de los acontecimientos en el país asiático, que inauguraba una nueva era.