Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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En esta foto, tomada frente al popular Café Fornos de Madrid, se puede apreciar a un perro corriendo en la parte derecha de la imagen. No se trata de uno cualquiera sino de Paco, un can que se convirtió en todo un personaje de la capital entre finales de la década de 1870 y principios de la de 1880.
Paco era un perro callejero, mestizo, que apareció una noche en el Café Fornos buscando algo de comida. Se acercó a la mesa del marqués de Bogaraya, a quien le cayó en gracia: le obsequió con un trozo de carne y lo bautizó como Paco, ya que era el día de san Francisco. Desde entonces Paco acudió con con asiduidad al café, donde siempre conseguía algo de comida gratis; y empezó a frecuentar otros locales de la zona. Con el tiempo se le llegó a permitir la entrada a los teatros y se le dedicaron artículos de prensa, tiras cómicas e incluso polcas. Se lo veía en compañía de escritores como Pérez Galdós y especialmente de Valle-Inclán, por quien parecía sentir preferencia.
Paco también parecía sentir interés por las corridas de toros, algo que acabaría siendo su perdición. Una tarde de junio de 1882 saltó al ruedo durante una corrida, asustando al caballo del novillero; y este, molesto, le clavó una estocada. El público, enfurecido, se lanzó a por el novillero, que se salvó por poco de ser linchado. El empresario teatral Felipe Ducazcal se llevó a Paco para que tratasen sus heridas, pero el perro no logró sobrevivir. Aun así, Paco siguió vivo en la memoria de los madrileños y, desde enero de 2023, tiene una estatua en el número 71 de la calle de las Huertas.