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A pesar de que se inició en la pintura con un estilo más figurativo como el que exhibió en una de sus obras más conocidas, La Masia (1920), el pintor y escultor catalán Joan Miró acabaría siendo conocido por composiciones con un marcado carácter abstracto. Antes, sin embargo, debido a su estancia en París y el contacto con las vanguardias del siglo XX, el artista atravesó una época muy cercana al surrealismo. Una de las obras más icónicas de este periodo fue Carnaval del Arlequín (1925). Progresivamente, se fue distanciando del grupo para trazar su propio camino. Durante los primeros años de la dictadura franquista, regresó a España, en pleno proceso de creación de la serie Constelaciones (1940-41), otra de sus producciones más conocidas. En la imagen se le puede ver en 1950 en el taller parisino de un amigo, pues Miró nunca dejó de visitar la capital francesa, rodeado de sus creaciones.