Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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Perdido en los mares de la Polinesia, el archipiélago de Pitcairn es un pequeño territorio que cuenta con solo unos 50 habitantes permanentes. Lo más peculiar es que todos ellos descienden de las mismas personas, que llegaron a estas islas deshabitadas hace casi 250 años.
En 1789, más de la mitad de la tripulación del barco británico HMS Bounty se amotinó contra su capitán cuando estaban en alta mar y los abandonaron en un bote salvavidas: sorprendentemente, estos lograron salvarse tras una odisea de 47 días. Por su parte los amotinados, para escapar de la justicia, decidieron esconderse en el archipiélago deshabitado de Pitcairn después de una escala en Tahití para secuestrar algunas mujeres.
El lugar era aparentemente un escondite perfecto, ya que se encontraba a más de 2.000 kilómetros del lugar del motín y, además, un error cartográfico situaba el archipiélago a cientos de millas de donde realmente está. Pero sorprendentemente, no pasaron ni veinte años hasta que un barco estadounidense los encontró por casualidad durante una expedición de caza de focas.
Por aquel entonces, solo quedaba un superviviente del motín, algunas mujeres y los descendientes de los amotinados. En la foto, tomada en 1862, se pueden ver algunos de estos descendientes, que por aquel entonces ya habían formado una pequeña comunidad. La isla de convirtió en colonia británica y, a día de hoy, es uno de los territorios de ultramar del Reino Unido.