Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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El 22 de mayo de 1960, la ciudad chilena de Valdivia fue sacudida por el mayor terremoto registrado en la historia: magnitud 9,5 en la escala de Richter. El sismo se saldó con centenares de muertes y daños materiales incalculables, y tuvo un impacto enorme en la economía chilena y en la demografía de la región, puesto que muchas personas emigraron hacia otras zonas del país.
El terremoto tuvo lugar en una zona conocida por su intensa actividad sismológica, pero aquella ocasión superó todo lo conocido. Los efectos secundarios del sismo, en forma de olas gigantes, se dejaron notar en lugares tan lejanos como Japón y Nueva Zelanda. En Chile, el volcán Puyehue, situado a algo más de 100 kilómetros, entró en erupción como consecuencia del terremoto.
Valdivia quedó parcialmente destruida y las infraestructuras básicas como carreteras y puentes sufrieron daños importantes, dificultando la llegada de ayuda y aumentando el balance de víctimas en las horas y días posteriores, que murieron atrapados entre los escombros. Esto motivó la creación de sistemas de prevención para futuras ocasiones, ya que se prevé que en esta región un evento de tal magnitud puede darse cada 300 años aproximadamente.
A pesar de su intensidad, el número de víctimas puede considerarse relativamente bajo para un sismo de tal magnitud. Esto se debe en buena parte a que la región estaba escasamente poblada y que los edificios modernos ya habían sido diseñados con la certeza de que habría un terremoto más pronto que tarde, aunque la magnitud de este sorprendió a muchos.