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Ataviados con sus características camisas negras y con Benito Mussolini a la cabeza, los escuadrones del Partido Nacional Fascista italiano emprendieron el 27 de octubre de 1922 una marcha cuyo destino final era Roma. Su objetivo era presionar al rey Víctor Manuel III para que les entregase el poder. Tras la orden de Mussolini, cientos de simpatizantes fascistas se dirigieron a la capital italiana desde todos los puntos del país. En la imagen puede verse un grupo de camisas negras desfilando por una calle romana el 28 de octubre de ese mismo año. El gran éxito de la marcha provocó la dimisión del presidente del Consejo de Ministros, y poco después el rey aceptó recibir al líder fascista, a quien dio su visto bueno para el proyecto de gobierno y convirtió así en el nuevo presidente del Consejo. A partir de entonces, empezó la transformación progresiva del país desde una monarquía parlamentaria hacia una auténtica dictadura.