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La atracción de este joven pintor por el arte fue percibida por su tío, quien le había adoptado tras la muerte de sus padres, desde muy temprano. Tras intentar enseñarle el oficio de cerrajero, desistió la ver la insistencia que mostraba Joaquín Sorolla desde su juventud. Se formó en su Valencia natal y allí expuso también sus primeras obras, aunque sin el éxito esperado. Empezó entonces a estudiar la obra de otros pintores como Velázquez y llevó a cabo varios viajes a Roma y París, donde entró en contacto con tendencias artísticas internacionales como el impresionismo y las incipientes vanguardias. A su regreso a España y ya instalado en Madrid, a partir de 1889 Sorolla empezó a ganar fama como pintor con obras como ¡Y aún dicen que el pescado es caro! (1894). Durante la primera década del siglo XX pintó algunas de sus obras más célebres, como Paseo por la playa (1909) -año en que fue tomada la imagen sobre estas líneas- o Niños en la playa (1910), en las que desarrolló su estilo luminista inspirado en escenas ambientadas en la costa levantina que le vio crecer.