Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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El 25 de agosto de 2012 murió Neil Armstrong, comandante de la misión Apolo 11 y el primer hombre en pisar la Luna. La fotografía corresponde al momento en el que sus cenizas son veladas a bordo de una nave del ejército estadounidense, antes de ser arrojadas al mar.
Armstrong fue el primero de los tres astronautas del Apolo 11 en morir. Su compañero en el alunizaje, Buzz Aldrin, fue uno de los que más lo sintió: “Tenía la esperanza de que el día 20 de julio de 2019 Neil, Mike [Michael Collins] y yo estuviéramos juntos para celebrar el 50º aniversario de nuestro alunizaje… Lamentablemente, no será así.”
Los restos de Armstrong fueron incinerados y sus cenizas se lanzaron en el océano Atlántico durante una ceremonia celebrada a bordo del crucero de la Armada estadounidense USS Philippine Sea. Unos días más tarde, el 13 de setiembre, se celebró una misa en su honor en la Catedral Nacional de Washington: qué mejor lugar, puesto que en una de sus vidrieras se encuentra incrustada una roca lunar.
Su familia emitió un comunicado que decía así: “Mientras lloramos su pérdida, también celebramos su extraordinaria vida con la esperanza de que sirva como ejemplo para que los jóvenes de todo el mundo trabajen duro para cumplir sus sueños, para estar dispuestos a explorar y superar sus límites, y también servir desinteresadamente a una causa más grande que ellos mismos. Para todos aquellos que pregunten cómo pueden honrar a Neil Armstrong, tenemos una respuesta simple. Honren su ejemplo de servicio y modestia, y la próxima vez que salgan a caminar en una noche clara y vean que la Luna les sonríe, piensen en Neil Armstrong y guíñenle un ojo.”