Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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Durante el rodaje de La Guerra de las Galaxias en 1975, George Lucas contó con unos extras inesperados: una clase de niños de primaria de una escuela californiana, que se convirtieron por unos días en jawas, una raza nativa del planeta Tatooine; y una elefanta asiática, a la que disfrazaron con pieles y máscara para que pareciese una criatura extraterrestre.
El Valle de la Muerte, en California, fue una de las localizaciones escogidas para el planeta desértico por sus impresionantes paisajes, en particular por sus cañones. Una de las razas nativas de Tatooine son los jawas, de pequeña estatura y rostro perennemente cubierto por una tosca capa. Bajo dichas capas se encontraban un grupo de niños de una escuela primaria, acompañados por la madre de uno de ellos, que tomó fotografías de la experiencia sin imaginarse que aquella película se convertiría en una de las más importantes de la historia.
Los niños no fueron los únicos extras inesperados: también había la elefanta Mardji, alquilada al parque Marine Land Africa de San Francisco, a la cual disfrazaron con pieles y una gran máscara con cuernos para encarnar a un bantha, una criatura que parece una mezcla de buey y mamut. El animal, con toda seguridad, no estuvo tan contento como los niños de formar parte del elenco de una película mítica.