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A pesar de que sus éxitos más conocidos están asociados al tenis, la trayectoria deportiva de Lili Álvarez fue destacada precisamente por la gran variedad de modalidades deportivas que practicó, especialmente aquellas que se llevan a cabo durante la temporada invernal. Nació en Italia, pero pasó sus primeros años en Suiza, donde aprendió a patinar sobre hielo con solo cuatro años, y junto a su familia también practicó la equitación, el billar, el esquí, el alpinismo e incluso fue piloto de coches de carreras. Cuando regresó a España con sus padres y ya en su juventud se convirtió en la primera mujer española en participar en unos Juegos Olímpicos. En 1926 se inscribió en el prestigioso torneo de Wimbledon justo en la edición número 50 del campeonato. Superó la semifinal y se plantó en la final con el público inglés de su parte, pues además de buen juego Lili Álvarez exhibía deportividad y simpatía. Perdió la final contra Kathleen ‘Kitty’ McCane, y lo mismo le sucedió al año siguiente contra Helen Wills en uno de los partidos más recordados de la historia del tenis femenino con un último punto de casi 30 golpes. Álvarez nunca ganó el Wimbledon, pero se convirtió en toda una referente del tenis español y en una figura histórica del torneo parisino.