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Cuando Hitler imaginó un futuro ideal en el que la raza aria fuese la dominante en la sociedad, se incluyó en el plan general, además de eliminar a todas aquellas personas que no cumpliesen con la definición de arias, lo que fue bautizado como lebensborn. Estas asociaciones, una herramienta más para llevar a cabo la eugenesia nazi, se encargaban de asegurar una tasa de nacimientos mínima de niños arios, racialmente puros y sanos, según los estándares de la ideología nazi. Los lebensborn, literalmente "fuente de vida", proporcionaban asilo y alentaban a dar a luz a madres solteras, para gestionar la posterior adopción de sus hijos a parejas arias, principalmente a miembros del cuerpo de las SS. En los países ocupados por la Alemania nazi, estas instituciones se convirtieron en verdaderas fábricas de bebés, donde los oficiales podían tener relaciones con mujeres locales que poseían los rasgos arios, y en los juicios de Núremberg se probó el secuestro sistemático de niños que terminaban creciendo en los lebensborn.