Laika, un sacrificio para el 40º aniversario de la URSS

3  Laika (Cordon Press)

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Cordon Press
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El 3 de noviembre de 1957, el satélite Sputnik 2 despegó hacia el espacio. En su interior viajaba una peculiar astronauta que no imaginaba que nunca regresaría a la Tierra: la perra Laika. Y todo para conmemorar un aniversario.

Los vuelos tripulados por perros ya se habían llevado a cabo con éxito en misiones suborbitales, pero el dirigente soviético Nikita Kruschov quería algo aún más espectacular para alardear de las proezas de la URSS ante el mundo en el 40º aniversario de la Revolución. Enviar a un astronauta estaba fuera de discusión, ya que si hubiera muerto en la misión el efecto propagandístico habría sido todo lo contrario al deseado. Por eso se tomó la decisión de enviar un perro en el primer vuelo orbital de la historia.

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Pero las directrices eran claras: había que llevar a cabo la misión en noviembre de ese año, por lo que no había tiempo de preparar una nave en condiciones de ser recuperada, sino un satélite como el Sputnik 1, es decir, que fuera puesto en órbita y posteriormente se quemara al precipitarse en la atmósfera. Por lo tanto, el desafortunado perro que fuera elegido como tripulante sería un sacrificio para gloria de la URSS.

La elección recayó en una perra mestiza en la que se fijaron por su carácter dócil y por ser la que mejor respondía al ser confinada en espacios cerrados. La llamaron Laika, que significaba “ladradora”, a pesar de su carácter apacible. Vladimir Yazdovsky, el director del programa de entrenamiento, dijo de ella que era “tranquila y encantadora”. El equipo sabía que iban a enviarla a su muerte y más de uno, tras la desintegración de la Unión Soviética, manifestó sus remordimientos por haberlo hecho, pero no tenían elección ante las órdenes de Kruschov.