Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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El 15 de agosto de 1945 a las 12 en punto del mediodía, el Imperio de Japón se rindió ante los aliados, poniendo fin a las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial. Lo inevitable de la derrota se hizo patente después del lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, junto con la invasión soviética en las islas del norte del archipiélago. La noticia fue anunciada a los japoneses por el propio emperador Hirohito a través de una grabación radiofónica, siendo la primera vez que un emperador japonés se dirigía personalmente a todo su pueblo. No obstante mucha gente quedó confusa, en parte porque el mensaje era muy poco explícito (en ningún momento mencionaba la palabra “rendición”) y en parte porque usaba un lenguaje protocolario que muy poca gente podía entender. Entre el ejército, la idea de la rendición era vista como algo extremadamente deshonroso y la noche del 14 de agosto un millar de oficiales y soldados asaltaron el Palacio Imperial con el objetivo de destruir la grabación, un intento que fracasó. La rendición de Japón fue firmada oficialmente el 2 de setiembre a bordo del acorazado estadounidense USS Missouri.