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A finales de la década de 1940, la industria del cine norteamericano vivió uno de los periodos más oscuros de su historia. En 1945, con el final de la Segunda Guerra Mundial, se inauguró un nuevo orden mundial polarizado entre el bloque comunista (área de influencia de la URSS) y capitalista (área de influencia de EE.UU.): la Guerra Fría. Con ella, apareció el Comité de Actividades Antiamericanas liderado por el senador McCarthy cuyo objetivo era denunciar a los sospechosos de colaborar con los comunistas. Más allá de la polémica sobre la legalidad de los procesos, muchos fueron denunciados sin fundamento. En Hollywood, algunos compañeros de profesión llegaron a denunciarse entre ellos, como fue el caso de Gary Cooper, quien, como se puede ver en la imagen, testificó —voluntariamente— ante el Comité, Ronald Reagan o Walt Disney. En cambio, otros como Kirk Douglas se convirtieron en abanderados de la crítica al llamado McCarthismo, creando películas de paralelismos inevitables como Espartaco y contando con guionistas como Dalton Trumbo, injustamente condenado por el Comité. Gracias a militancias como la de Douglas, la temida lista negra acabó por desaparecer en 1960.