Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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El 27 de mayo de 1941, la Marina Real británica hundió el acorazado alemán Bismarck. Nombrado con el nombre del “canciller de hierro” Otto von Bismarck, que posibilitó la unificación de Alemania, este era uno de los barcos de guerra más avanzados de su época y el acorazado más grande jamás construido en Alemania, por lo que suponía una amenaza significativa.
En realidad el Bismarck era más temido por lo que podía hacer que por lo que efectivamente hizo, ya que solo estuvo ocho meses en servicio y solo hundió un barco enemigo en la única batalla en la que participó. Aun así fue un gran golpe moral para la armada alemana, ya que demostró que incluso un buque tan poderoso podía ser hundido.
El Bismarck fue hundido mientras se retiraba de esta batalla en el estrecho de Dinamarca, que tuvo lugar el 24 de mayo, junto con otro barco, el Prinz Eugen. La Marina Real envío una flotilla liderada por el acorazado británico King George V, que persiguió a los barcos alemanes durante dos días. Los británicos lanzaron aviones torpederos contra los barcos, que causaron graves daños en el timón de babor del Bismarck, impidiendo al barco continuar su huida.
Aun así, los barcos británicos necesitaron más de 400 proyectiles para hundir el dañado Bismarck, lo cual demuestra su resistencia y la amenaza que realmente suponía. Solo 114 de los aproximadamente 2200 tripulantes sobrevivieron. El pecio fue descubierto el 8 de junio de 1989 por Robert Ballard, el mismo oceanógrafo que en 1985 había encontrado el cadáver del Titanic.