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Una de las particularidades que caracterizaron el ascenso al poder del Partido Nazi en Alemania durante la década de 1930 fue la represión, la intimidación y la coerción de los votantes durante las campañas electorales. Además de la elevada tensión que las SA imponían en las calles con altercados violentos, Hitler y sus colaboradores combinaron estos métodos con campañas electorales convencionales. La propaganda y los grandes mítines fueron una de las herramientas que más éxitos electorales proporcionaron al Partido. Estos fueron especialmente intensos las semanas previas a las elecciones y el referéndum del 29 de marzo de 1936. Después de tres años como canciller y tras la muerte de Hindenburg, Hitler se presentaba a las elecciones sin competencia, pues su partido era la única opción de voto. La pregunta del referéndum pedía a los votantes posicionarse a favor o en contra de la ocupación militar de Renania, un paso determinante, pues contravenía directamente los dictados del Pacto de Versalles y empezaba un camino sin vuelta atrás hacia la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).