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Acompañada por el resto de miembros de su familia, Ana Frank, la niña que camina junto a su padre, el hombre con sombrero, se dirigía feliz a la boda de Miep y Jan Gies, unos amigos de la familia. Era 1941 y los Frank ya se habían trasladado a Ámsterdam huyendo de las restricciones y agresiones que la Alemania nazi empezaba a ejercer contra los judíos. Cuando fue tomada esta imagen, hacía pocos meses que las fuerzas alemanas habían ocupado los Países Bajos y, aunque ya había reglas específicas para los judíos, su situación aún no había empeorado. Pronto, la represión se recrudeció y en julio de 1942 los Frank pasaron a la clandestinidad, escondidos durante dos largos años en los que sobrevivieron, precisamente, gracias a la ayuda de los amigos a cuyo enlace se dirigían en la imagen sobre estas líneas. Los Gies les brindaron su ayuda a sabiendas que arriesgaban su vida. Sin embargo, poco pudieron hacer cuando los nazis descubrieron el escondite y deportaron a toda la familia a diferentes campos de concentración. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, solo quedaba un miembro vivo, el padre de Ana, Otto Frank.