Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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Los habitantes del barrio de Akasaka (Tokio) caminan entre los escombros que habían sido sus casas. La mañana del 1 de septiembre de 1923 se produjo un devastador terremoto de magnitud 7,8 que pasaría a la historia como el Gran Terremoto de Kanto: provocó entre 100.000 y 150.000 víctimas mortales y devastó Tokio y las ciudades de su zona metropolitana, llegándose a sentir en las prefecturas vecinas. Los incendios subsiguientes duraron dos días y dejaron casi 2 millones de personas sin hogar. No sería la última vez que la capital nipona sufriría el poder de la tierra: Tokio está situada cerca de una falla que suele provocar terremotos de gran magnitud al menos una vez por siglo. Pero el Gran Terremoto de Kanto marcó un antes y un después en la prevención de estos desastres: Tokio fue reconstruida con los protocolos de seguridad más punteros del momento, con edificios públicos que pudiesen servir como refugios en caso de catástrofes. En 1960 se instituyó la fecha del terremoto, el 1 de septiembre, como Día de la Prevención de Desastres.