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Ante el inminente estallido de la Segunda Guerra Mundial, que empezaría en septiembre de 1939, durante los primeros meses de ese año se crearon varias asociaciones en el Reino Unido con la intención de organizarse en diferentes ámbitos sociales. Una de ellas fue el Comité Nacional de Protección de Animales frente a Ataques Aéreos, la NARPAC por sus siglas en inglés. Puesto que el gobierno temía que, llegada la situación de escasez de alimentos, los propietarios de mascotas compartieran la comida racionada con sus animales, la NARPAC emitió un comunicado aconsejando trasladar a los animales de compañía a otras ubicaciones más rurales y, en caso de no poder, sugería que la mejor opción era acabar con su vida. Mucha gente obedeció y en consecuencia, tras los primeros días de guerra, alrededor de 750.000 mascotas fueron sacrificadas. Para muchos fue una de las primeras consecuencias reales del conflicto. Más adelante, la NARPAC se dedicó a proteger los animales que se mantuvieron con vida, como por ejemplo los caballos, muy importantes durante la guerra, a los que equiparon con máscaras de gas especialmente diseñadas.