El gran amor de Adolf Hitler

26  Hitler y Blondi (Bundesarchiv)

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Bundesarchiv
26  Hitler y Blondi (Bundesarchiv)

26 Hitler y Blondi (Bundesarchiv)

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Hitler tenía dos grandes amores, aparte del Tercer Reich: sus amantes y sus perros. Y tal vez más los segundos: lo cierto es que el líder nazi sentía por sus canes una confianza que contrastaba con su falta de escrúpulos a la hora de eliminar en masa a millones de personas, o de exigir a otros tantos millones de sus compatriotas que fueran a morir al frente.

La devoción de Hitler por los perros venía de sus años de soldado durante la Primera Guerra Mundial, en la cual rescató del campo de batalla a un perro llamado Fuchsl, al que dedicaba gran parte de su tiempo libre. En 1941 Martin Bormann, un alto cargo del partido nazi, le regaló al gran amor de su vida: una hembra de pastor alemán a la que llamó Blondi y que tuvo hasta los últimos días de la guerra. Decían las malas lenguas que Hitler quería más a Blondi que a su propia amante, Eva Braun, ya que le permitía todo tipo de privilegios como dormir en su cama; y que esta, celosa del animal, le pegaba cuando tenía ocasión.

Para saber más

Hitler con Blondi y Eva Braun

Los perros de Adolf Hitler

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¿Cómo es que un hombre como Hitler mostraba esa inesperada faceta? Sus biógrafos opinan que la pasión del Führer por los perros, y en particular los pastores alemanes, era porque sentía que al contrario que las personas estos le serían siempre leales. Antes de Blondi, en 1921, tuvo a otro pastor alemán llamado Prinz, al que tuvo que regalar porque no podía mantenerlo; pero Prinz se escapó de su nuevo dueño y volvió con él. Esa muestra de lealtad dejó huella en un hombre iracundo y desconfiado como era Adolf Hitler, quien a decir verdad tenía buenos motivos para fiarse más de los perros que de muchas personas que le rodeaban.