Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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Raniero III, príncipe de Mónaco, y su esposa Grace Kelly durante una visita a la Casa Blanca en 1961. La famosa actriz estadounidense se convirtió en princesa del pequeño estado europeo en 1956 al casarse con el príncipe Raniero, al que había conocido un año antes durante el rodaje de la película El cisne en Mónaco.
El matrimonio supuso también el final de la carrera de Grace Kelly, que era una de las estrellas del momento en Hollywood, ya que la sociedad monegasca no vería con buenos ojos que su princesa que se dedicara al espectáculo y mucho menos que aceptara papeles poco dignos, por mucho que fuesen ficción. Y de hecho, fue recibida con ciertas reticencias en la corte monegasca, sobre todo cuando su abierto talante americano le llevaba a saltarse el rígido protocolo.
Le llevó un tiempo ganarse el afecto de sus súbditos y el respeto de la corte, lo cual consiguió sobre todo gracias a su dedicación a actividades filantrópicas y a su colaboración con la Cruz Roja. A nivel local, dio un impulso al arte y ella misma participó en actividades ligadas a la poesía, su único modo de volver a los escenarios.