Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
Actualizado a
· Lectura:
Dos escoceses pertenecientes al cuerpo de gaiteros del ejército británico, ataviados con sus característicos kilts, hacen una visita al Coliseo en junio de 1944, después de que la ciudad fuera capturada por los ejércitos aliados. Una mujer italiana, sintiendo curiosidad por el llamativo atuendo de los escoceses, examina el kilt de uno de ellos.
Se suele pensar que la guerra es un contexto de continuos combates, pero para quienes se quedaban en la retaguardia o no participaban en los combates, la realidad cotidiana era diferente. Muchos aprovechaban los momentos libres o los permisos para "hacer turismo" por países que, en otras circunstancias, tal vez nunca habrían visitado. Entre estos se encontraban los responsables de abastecimiento, comunicaciones y otras tareas de apoyo logístico; así como los cuerpos de “acompañamiento” como capellanes o estos miembros del cuerpo de gaiteros del Real Regimiento de Escocia.
Para entrar en estos cuerpos se exigía una formación específica en escuelas dependientes del ejército, además de otros requisitos. Así, por ejemplo, para entrar en el cuerpo de gaiteros se exigía haber alcanzado al menos el rango de sargento y de haber completado un curso de 28 semanas en la Escuela de Música del Ejército, en la que aprendían a tocar la gaita y el tambor.