Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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El zepelín LZ 129 Hindenburg envuelto en un mar de llamas, tras estrellarse a causa de un incendio. El accidente tuvo lugar en Nueva Jersey el 6 de mayo de 1937: causó la muerte de 36 personas, un tercio de las que viajaban en el aparato, y supuso el final de la era de los dirigibles.
El causante del incendio fue el hidrógeno usado como combustible, que se encendió a causa de las chispas generadas por la electricidad estática. En un principio el dirigible debía funcionar con helio, pero se cambió por hidrógeno para aumentar su potencia; una mala elección ya que este gas, además de ser altamente inflamable (al contrario que el helio) solo permitió ganar un 10% de potencia.
El accidente fue inesperado, ya que el Hindenburg ya había volado numerosas veces con éxito: su aparición más notable fue en agosto de 1936, durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de Berlín. Había realizado 17 vuelos transatlánticos, estableciendo un nuevo récord de velocidad en 5 días, 19 horas y 51 minutos. En el accidente tuvo bastante que ver el hecho de que aquel día había una tormenta eléctrica y el aire estaba muy cargado de electricidad, lo cual dio origen al incendio.
A decir verdad, el desastre podría haber sido mucho peor ya que dos tercios de las personas a bordo se salvaron de un accidente que potencialmente podría haberlos matado a todos. Aun así, la mala imagen que dio y la amplia cobertura de la prensa llevaron a Hitler a tomar la decisión de suprimir la flota de dirigibles comerciales.