Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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Don Peterson, del Servicio Geológico de Estados Unidos, recoge muestras de piedra volcánica en las laderas del Monte Santa Helena, en el estado de Washington. La foto fue tomada en octubre de 1980, cinco meses después de la que fue una de las erupciones más violentas del siglo XX, ocurrida el 18 de mayo de aquel año. El conjunto de erupciones liberó energía equivalente a unas 27.000 bombas atómicas y el volcán expulsó tanta ceniza que llegó incluso a algunas áreas del centro de Estados Unidos. Aunque las víctimas humanas fueron relativamente pocas (menos de 60), la erupción devastó el ecosistema cercano y provocó la muerte de millones de animales, sobre todo en los cursos fluviales. Las pérdidas materiales y económicas también fueron inmensas, especialmente para la agricultura, el turismo y el sector de los transportes, puesto que las autopistas quedaron destruidas y las cenizas permanecieron en el aire durante semanas.