De mecánico a leyenda del automovilismo

El piloto de automovilismo Enzo Ferrari, fundador de la escudería y la marca que llevan su nombre, posa junto con su mecánico Eugenio Siena, al volante del Alfa Romeo con el que ganó la Copa Acerba en julio de 1924.

Enzo quedó fascinado por el mundo del automovilismo a los 10 años, cuando su padre lo llevó a ver una carrera cerca de Módena, su ciudad natal. Estudió ingeniería, pero su vida se truncó a causa de la Primera Guerra Mundial: su padre murió de enfermedad y su hermano en la guerra, tras lo cual el propio Enzo fue llamado a filas. Al terminar el conflicto, probó suerte en el mundo de la automoción gracias a la recomendación del coronel bajo el que había servido, que apreciaba su talento como mecánico. Finalmente, en 1920 consiguió trabajo en la prestigiosa marca Alfa Romeo, que le ofreció pilotar sus coches en carreras de exhibición.

Desde 1929 Ferrari estuvo al cargo de una escudería de competición, inicialmente ligada a la marca Alfa Romeo, en la que siguió compitiendo hasta el nacimiento de su hijo Dino. Finalmente, Ferrari se desligó completamente de Alfa Romeo y fundó su propia escudería y la empresa automovilística del mismo nombre, dedicada a la fabricación de coches de alto standing.