Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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Unas mujeres se alimentan con la poca comida que tienen durante el invierno de 1933. Se trataba de una estampa común durante la gran hambruna que vivieron millones de campesinos soviéticos, especialmente ucranianos, entre 1932 y 1933: un episodio conocido como Holodomor, literalmente “matar de hambre”, que fue lo que les sucedió a unos siete millones de personas.
A finales de la década de 1920, la Unión Soviética puso en marcha un plan de modernización de las industrias del país: ambicioso pero costoso, se decidió que la factura del proyecto se pagaría con las exportaciones de grano, de las que Ucrania contribuía en buena parte. Por ese motivo, las autoridades soviéticas empezaron a confiscar de forma abusiva el grano e incluso las semillas, dejando a menudo a los campesinos sin apenas nada para sobrevivir. Y no solo eso, sino que se impusieron severos castigos para quien escondiese el grano y se cercaron poblaciones enteras para impedir que la gente escapase.
El resultado fue terrible: no se sabe con certeza cuántas personas murieron de hambre a causa de este plan, pero las cifras medias rondan entre los 5 y los 7 millones, con algunas fuentes que hablan de hasta más de 10 millones en toda la URSS. Lo peor de este plan es que se considera que no fue un error de cálculo, sino que las autoridades soviéticas decidieron deliberadamente matar de hambre al campesinado ucraniano que se oponía a las colectivizaciones. Por ello, muchos estudiosos del Holodomor opinan que debe ser considerado como un genocidio.