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Durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Japón llevó a cabo una implacable política imperialista en Asia y el Pacífico. Los duros enfrentamientos con China culminaron en lo que se llamó la Guerra Sino-japonesa (1937-1945). En 1937 el imperio nipón invadió China con la intención de apoderarse de su capital, que por entonces estaba ubicada en Nankín, y precipitar la rendición del gobierno chino. Sin embargo, el ejército chino opuso resistencia y el conflicto se extendió en el tiempo, aunque las victorias seguían cayendo del lado japonés. A finales de 1937 había caído gran parte del territorio norte de China, incluida la ciudad de Shanghái. En la imagen se puede ver a una familia de refugiados que abandona su casa tras los ataques japoneses, cuyas consecuencias sufrieron especialmente las clases humildes. Con el apoyo de Alemania, Japón continuó con su política expansionista y en 1941, cuando todavía seguía vivo el conflicto sino-japonés, atacó las bases estadounidenses del Pacífico, por lo que Estados Unidos le declaró la guerra. Una guerra que los japoneses terminaron perdiendo en 1945.