Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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En julio de 1956, el gobierno egipcio de Gamal Abdel Nasser tomó la decisión de nacionalizar el Canal de Suez, administrado por una compañía con capital británico y francés principalmente. Esta decisión causó una grave crisis internacional y redefinió los equilibrios de poder en Oriente Próximo.
El Canal de Suez era una vía estratégica para el comercio marítimo, ya que conectaba el Mediterráneo con el mar Rojo y reducía significativamente la duración y el coste de los viajes entre Europa y Asia, afectando sobre todo al transporte de bienes y recursos. La administración del canal suponía además una importante fuente de beneficios para las potencias que lo administraban.
La decisión de Nasser se debía principalmente a la necesidad de obtener financiación urgente para los grandes proyectos de infraestructuras que tenía en marcha, en particular la Gran Presa de Asuán, que debía abastecer al país de electricidad. Inicialmente, Estados Unidos y Gran Bretaña se comprometieron a proporcionar financiamiento, pero retiraron su apoyo debido a la negativa de Egipto a alinearse con sus intereses geopolíticos.
Nasser respondió con la nacionalización del Canal de Suez, declarándolo propiedad del gobierno egipcio. Esta decisión fue vista como una provocación por Francia y Gran Bretaña, ya que perdían el control sobre una vía marítima estratégica y una importante fuente de ingresos. Como consecuencia, y con el apoyo de Israel, planearon una contraofensiva: Israel invadió la península del Sinaí, mientras que Francia y Gran Bretaña lanzaron ataques cerca de la zona del canal para intimidar a Nasser y que diera marcha atrás en su decisión.
Lo que habría podido desembocar en una grave crisis internacional terminó gracias a la presión de Estados Unidos y la Unión Soviética, ya que ninguna de las dos superpotencias deseaba que la situación se agravase. El conflicto terminó con un acuerdo que permitió a Egipto mantener el control del canal, a cambio de la retirada de las fuerzas invasoras y la garantía de la libertad de navegación en él. También supuso un punto de inflexión en la geopolítica de Oriente Próximo, ya que situó a Egipto en una posición de liderazgo dentro del mundo árabe por su resistencia a las interferencias externas.