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Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), a medida que los alemanes avanzaban y se internaban cada vez más en territorio soviético obligaban a los soldados rusos a retirarse. Una de las premisas que seguían las tropas de la URSS en su retirada era no dejar nada atrás. Nada que pudiera ser útil para el enemigo, y en consecuencia para nadie más. Destruían ciudades enteras, fábricas, granjas, campos de cultivo... Así, además de que los soldados alemanes no podían aprovechar nada, tampoco lo podía hacer la población civil que sobrevivía. En la imagen sobre estas líneas aparece una escena que se repetía a menudo en las aldeas soviéticas. Dos personas buscan alimento entre los restos de pieles de patata.