Bombas usuales

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Una boca de las alcantarillas madrileñas fue el refugio improvisado que encontraron estas dos niñas cuando las bombas empezaron a caer sobre la ciudad a finales de abril de 1937. Casi desde el inicio de la Guerra Civil española (1936-1939), la ciudad de Madrid —donde no había triunfado el intento de golpe de estado— quedó cercada por el asedio del bando sublevado, un sitio que se estableció durante la primavera de 1937 y que se alargaría hasta el final del conflicto. La estrategia de las tropas franquistas consistió en debilitar la ciudad hasta la extenuación antes de lanzar el ataque final, así la resistencia podría ser aplastada fácilmente. Muy a su pesar, los habitantes de la capital se acostumbraron a una situación de precariedad que se iba acentuando día tras día. El sonido de los aviones y las bombas sobrevolando el cielo se convirtió en algo muy habitual, como se puede deducir de las caras de las protagonistas de la fotografía, cuyas expresiones no transmiten apenas miedo. En 1939, la moral tanto de la población como de las tropas estaba muy mermada, especialmente porque el devenir de la guerra había dejado a Madrid como último bastión republicano. La ciudad cayó definitivamente el 28 de marzo 1939 poniendo fin al asedio más largo de toda la contienda.