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A estas alturas de la guerra, el objetivo final de los Estados Unidos era alcanzar por tierra las islas centrales de Japón. Para ello, a principios de la primavera de 1945 habían conquistado el archipiélago de Iwo Jima y se preparaban para el asalto a Okinawa, a poco más de 500 km de distancia de Kyushu, la principal isla japonesa más al sur. El plan recibió el nombre de Operación Iceberg, pero la batalla que se desencadenó acabó siendo conocida como el Tifón de acero por la brutalidad de los enfrentamientos y el gran número de bajas, que se calculan en unos 12.000 estadounidenses y 200.000 japoneses, la mitad de ellos civiles. Empezó el 1 de abril de 1945 y terminó en junio de ese mismo año siendo uno de los combates más sangrientos de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Como si se tratara de un auténtico box de hospital, en la imagen se puede ver a dos soldados heridos recibiendo transfusiones de plasma tan solo unos metros por detrás de la línea de fuego durante la invasión de la isla. Los botes con la sangre en su interior que está siendo transferida y que puede salvar la vida de los receptores se sostienen mediante dos palos que el soldado sanitario ha podido encontrar a su precario alrededor.